domingo, 9 de noviembre de 2014

La Fiesta de las Rastreras

   Debí decir la fiesta de las auyamas, como las llaman en Dominicana o la fiesta de los melones, al decir cubano.

         Como quiera que sea, esta fiesta de Halloween marcada para el 31 de este mes, tiene ya los frutos de esta planta rastrera, no sólo abundantemente representados en supermarkets y otros negocios afines, sino también en las fachadas de muchas residencias y negocios. 

         Los PUMPKINS aparecen con frecuencia con los tradicionales agujeritos que simulan una carita. Y me he enterado que también enseñan a los niños en este arte de los dibujiltos y agujeritos. Yo, no vayas a creerte que me interesa esta fiesta. Sólo los Pompkins. Por lo demás, su obscuro origen, y toda esa escenografía de brujas, muertos y aparecidos, que se gastan en estos días las tiendas, estoy de parte de curas y pastores que denuncian su origen pagano y su escaso o negativo valor como tradición.   

          Volviendo a los pumpkins, los he visto de muy diferentes tamaños desde los que, mas o menos, son como una pelota de beisbol hasta algunos muy grandes. He visto en algún periódico o revista que han cosechado este año uno que pesa una tonelada. Me parece una exageración. Y espero no haberlo visto en alguna de esas revistas mentirosas que colocan los supermarkets por donde las mujeres deben pasar para pagar sus compras. Donde tambien colocan chocolaticos y otros dulcitos para que ellas se antojen. Quiero decir, son unos malditos, pero no me atrevo. Pues no debo maldecir, sono bendecir al prójimo. Aunque este prójimo sea de los que sólo dicen: lo que importa es el cash.  

         La planta que produce los pumpkins debe  tener su específico nombre, que hasta ahora ignoro. Yo he dicho solamente que es una planta rastrera. En mi infancia, rastrero era un insulto muy grave. No sé si todavia. Pero pensando en estas plantas y lo fácil que hacen crecer esos sus frutos a ras de tierra, por eso son rastreras, he pensado en lo lógico que ha funcionado, en este sentido, la naturaleza. Pues, te imaginas, viendo caer de un árbol pumpkins de una tonelada de peso. Y en este sentido. Y recordando, como siempre recuerdan los viejos, evoco al Negrito Chapuseaux, maliciosamente cantando aquel merengue que decía: "Ay, si las vacas volaran".

Un abrazo,
desde Fort Worth, Texas
Tiberio

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