Comenzando el capítulo 23 de su libro "Vida de Juan Pablo Duarte", Pedro Troncoso Sánchez, quién fué por muchos años presidente del Instituto Duartiano, dice: -Este libro pudiera terminar aquí-.
Don Pedro, se refiere a la parte del libro donde se narra la vida y obra del Patricio, desde sus dias juveniles de aquel viaje a Barcelona, hasta su regreso a la patria, desde Curazao el 15 de marzo de 1844 y su gran recibimiento al grito de Monseñor Tomás de Portes e Infante - ¡Salve al Padre de la Patria!.
El Duarte hasta ahí es el Duarte de la fundación de la Trinitaria y de ese esfuerzo perseverante y heroico de formación patriótica, política y cultural de un sector de la juventud capitaleña. Y luego, los meses de conspiración e inteligente lucha de la llamada Reforma. Suceso en el cual Duarte se distinguió tanto que motivó que el nuevo líder haitiano Charles Herard arrancara hacia Santo Domingo con un formidable ejército y que desatara una persistente persecución a Duarte quien se vio obligado a embarcarse para Curazao.
Esa es la parte gloriosamente asertiva de la vida de Duarte. Lo demás, es la parte polémica de la biografía del Prócer. Sus años de desventura, tan cantados por algunos como frutos de la incomprención y traición de Bobadilla, Santana y otros muchos malos dominicanos.
En esa parte de la biografía de Duarte, capítulos importantes son, su viaje a Baní con un refuerzo militar al campamento de Santana, y su frustrado esfuerzo por convencer al hatero seibano, vencedor en Azua, de que ambos avanzaran contra las posiciones haitianas (alguno pensará, como cosa muy lógica, que Duarte deseaba estrenar su espada de general).
Luego tenemos la operación gestada por Duarte para desalojar de la Junta Central Gubernativa (parlamento y poder ejecutivo) a los afrancesados. Algunos llaman a este acto del 9 de junio de 1844 el primer golpe de estado dominicano.
Luego viene Santana desde San Juan de la Maguana
con el Ejército del Sur (15 de julio) restablece en la Junta Central Gubernativa a sus aliados afrancesados y lleva a prisión a Duarte y los trinitarios.
Ahora, el exilio. Dos años después, una amnistia del gobierno permite el regreso de los exiliados. Sánchez, Mella y casi todos los demás regresan a su pais (y se acogen a las condiciones políticas del momento: Sánchez se junta con Báez y Mella con Santana). Alguno se queda en Puerto Rico. Duarte no regresa. Se queda en Venezuela.
El largo período de su vida allí incluye 12 (doce) años perdido en un lejano lugar de la selva (si tu tienes alguna racional explicación de este hecho, es bueno que la publiques), de donde retorna a Caracas cuando se produce la Anexión y decide regresar a su país. Viaja a Santiago, sede del Gobierno Restaurador. Ya está muy viejo y achacoso. Y el gobierno decide devolverlo a Venezuela dizque con una mision diplomática, nueva fuente de frustraciones para el viejo y cansado Duarte. Termina la Guerra Restauradora, se establecen gobiernos nacionales, pero Duarte no regresa a su país. Sigue en Venezuela y en la miseria hasta su muerte en 1876. Al parecer, en Santo Domingo, nadie se enteró, ni de su miseria ni de su muerte.
No obstante, volverá en triunfo apoteósico a Santo Domingo en el año 1884. Pienso que quizás un poco tarde para el Apóstol de la Independencia.
En 1976, en el primer centenario de su muerte, un comité presidido por Don Angel Miolán, organiza en el país una serie de significativos actos en su memoria. En un acto que presidió el Presidente de la República, se le dedica una, para mi gusto, muy bien concebida estatua (un Duarte parecido al Quijote), en una pequeña altura a la entrada de la Ciudad Capital. Y el poeta cubano José Angel Buesa le dedica un bello canto a su memoria. Y aquí están los útimos versos de ese canto.
"Y canto la alegría de cantarte-- bajo este cielo tuyo y casi mío, -- general de la lluvia y del rocío, -- hermano de Martí, Juan Pablo Duarte".
Un abrazo, Tiberio
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